Hoy traigo algo bastante diferente a lo que suelo publicar en esta web, es decir, que no tiene nada que ver con el ajedrez, el baloncesto, los deportes en general, música… En esta ocasión se trata de un relato, claro que no escrito por mí, no llego a tanto… Es un relato filosófico, o no sé si decir un monólogo, escrito por mi amigo de Uruguay Horacio Kiel, también gran amante del ajedrez. Guste o no, aquí lo tenéis para deleite de los amantes de la filosofía.
SÓCRATES Es una sorpresa notar, como decía Heródoto, que puede ser más fácil engañar a muchos que a uno. A Kierkegaard, el filósofo danés, le asombraba ya en el siglo diecinueve cómo se podía enseñar la filosofía de Sócrates como la manía de hacer preguntas sin respuesta o de dudar de todo sin por ello ejercer en ningún momento la reflexión o el pensamiento sobre algún problema concreto de acuerdo a mi propia capacidad para afrontarlo, y no únicamente de acuerdo a un adiestramiento que me condicione. Sócrates jamás lo hizo, pues si lo hubiera hecho, nadie lo habría escuchado. Es increíble que hayan inventado a un Sócrates sin alma y que enseñen su esqueleto sin vida haciendo todo tipo de preguntas que, al no tener sentido o no estar bien planteadas, obviamente no pueden tener respuesta. Pero si esto es increíble, lo realmente asombroso, aterrador inclusive, es que a una persona seria pueda escapársele el pequeñísimo detalle de que en el libro El banquete, de Platón, luego de hacer Sócrates sus sabias preguntas acerca de temas que conocía profundamente, cuidándose de formular tales preguntas de forma que tengan algún sentido para su interlocutor; como digo, luego de esto, él sí daba las respuestas. Y ¡qué respuestas! Porque son hojas y hojas de respuestas con una hondísima capacidad de reflexión y un dominio preciso del arte del pensamiento. ¿Cómo decirle a un aula llena de universitarios que la retórica es hacer preguntas que no tienen respuesta sólo por la manía de preguntar tonterías que no interesan ni al que las formula, cuando el libro donde tenemos el mejor ejemplo tiene menos de cien páginas y en él Sócrates no hace tal cosa? Y aún en el caso de que a alguno no le parezca suficiente la respuesta de Sócrates en El banquete, es imposible decir que tal respuesta no existe, pues ahí está para todos los que deseen verificarlo leyendo el libro. Preguntar por preguntar, sin conocimiento de lo que se está preguntando, no es, no fue y no será nunca retórica, ni mucho menos una característica de Sócrates. Ya dije en otra ocasión el mal entendido que suscita la frase del mismo filósofo: “sólo sé que no sé nada”; cuando explicaba que lo dijo a los sofistas señalando su tendencia a explicar todo lógicamente mediante un sistema cerrado en sí mismo, sin dar lugar al pensamiento, o más bien al arte de pensar correctamente, que es la filosofía, que no puede ser nunca una máquina de resolver problemas sino una forma de pensar y afrontarlos educando la reflexión y meditando sobre ellos sin precipitarse a llegar a una conclusión, pero sin caer en una absurda incredulidad o escepticismo sobre la veracidad de un conocimiento, lo cual sería un desvaría o negación por parte del pensador. Solo citaré un problema muy común para que me entienda en este punto, que todos habrán oído al menos una vez, para demostrar como si falta de respuesta o solución está en su deficiente planteamiento. Me refiero a la mal formulada seudopregunta de la existencia de Dios. Quizá nos figuremos que un filósofo que plantea esa ingenua pregunta sabe, sin duda, el significado de la palabra existencia y del concepto y la palabra “Dios”. Pues de seguro que no es así, o nadie hubiera formulado tal pregunta jamás. La palabra existir viene del latín existire que significa escindirse de, o sea, estar separado. La palabra Dios por su parte en su acepción más antigua en hebreo significa literalmente “El que hace que llegue a ser”, o “el Hacedor”, y su concepto refiere al “Ser”, no a la existencia separada en un ente o individuo, no a nada en particular. Refiere siempre a la totalidad, a un Ser absoluto y Supremo, a la esencia y otros conceptos similares. Por tanto ¿cómo va a existir como algo separado un Ser que no está separado ni podrá estarlo nunca por el propio significado de su nombre que incluye los conceptos que definen su esencia? Claro, el problema no era la existencia de Dios sino la formulación errónea del problema por la absoluta ignorancia acerca de lo que se está diciendo. Ahora, si nadie se entera del significado de las palabras que usa, puede formular esta pregunta junto con otras mil y nunca tendrán respuesta, porque la única respuesta que encontrará es que primero hay que aprender el idioma español antes de formular un problema existencial valiéndonos de él para hacerlo. Pero claro, eso lleva trabajo y reflexión, y no hay nada de eso en la filosofía contemporánea dónde se da todo por sentado y se olvida la esencia misma del arte de la filosofía. Un detalle importante sería señalar que el hecho de que no van a ver a Dios separado, eso no implica que no puede actuar en la existencia, pero que actúe en el presente no significa que exista separadamente. El lenguaje es clarísimo, y la filosofía es el arte de usarlo lo más perfectamente posible, no el arte de confundir a la gente. Dudar por el simple hecho de hacerlo es algo patológico y lo estudia la psicología, no la filosofía. Hacer preguntas tontas no es filosofía, y menos filosofía socrática. Si Sócrates, que creía que una idea no puede morir, no estaría muy feliz si viera cómo se ponen en su boca pensamientos que él jamás tuvo. Por eso, igual que Hamlet deja a su amigo Horacio el legado de contar la verdadera historia, yo, que así también me llamo, tomaré el pedido de Sócrates, y éste es mi deber para con él, para que la Verdad triunfe siempre. Escuchemos al mismo Sócrates cuando le dice a Agatón: “¿No es amar lo que no se está seguro de poseer, lo que no se posee aún, desear conservar para lo porvenir lo que se tiene en lo presente?” ¿Acaso le parece a usted que este hombre no entiende de lo que está preguntando? Y más adelante hablará sobre todas las cuestiones que ha ido planteando, y si dicen que son preguntas sin respuesta es por dos motivos: a) implican una relación de sentido que las máquinas de pensar no consideran filosofía, b) las respuestas de Sócrates no les satisfacen o no las comprenden, y todo esto se solucionaría con c) un poco de humildad. Hacer preguntas tontas en nombre de la retórica socrática no cabe en mi imaginación, pero lamentablemente es el estado actual de la mayoría de los filósofos, que, perdiendo el sentido práctico de la razón, pervierten y anulan al arte del pensamiento. Horacio Kiel |
Espero que os haya gustado.
Saludos.
Quiero decir que Horacio Kiel es el Kiekegaard del siglo 21, lo admiro profundamente y quiero llegar a ser tan grande como él algún día.
Gracias por tu comentario. Estoy reuniendo en una página todos los relatos que me ha enviado Horacio, y la publicaré en cuando esté completa. De momento puedes consultarla en la dirección http://www.guapaweb.es/horacio-kiel
Un saludo.