Søren Kierkegaard, un héroe verdadero
Un claro cielo de otoño ocultaba el implacable rostro del silencio bajo un montón de hojas secas. Allí en medio transitaba un hombre entre miles de prejuicios y tradiciones inútiles, tratando de sobrevivir a la avalancha con el alma intacta. En cada paso un torbellino de costumbres insípidas le esperaba para hacerlo caer al fondo del abismo. La luna parecía observar su duro recorrido casi como si ella misma sostuviera a un tiempo al héroe y al adversario en un juego al parecer interminable.
Él era Søren Kierkegaard, mi amigo y confidente. Creador del existencialismo, vivió en el siglo diecinueve y fue uno de los pocos filósofos que vivió como un pensador para el servicio de la humanidad. Predijo muchos de los problemas sociales que hoy padecemos y fue un excelentísimo escritor, tal vez el mejor que haya habido en el terreno de la filosofía. Sócrates y Shakespeare eran dos de sus mayores referentes, y él mismo vivió y murió como Hamlet, diciendo a la sociedad todas aquellas cosas que no quería escuchar con humor e ironía.
No crean que hoy no existen más los héroes, pues lo que no existe es la sensibilidad para reconocerlos cuando hacen su aparición. Kierkegaard se paseó como el príncipe de Dinamarca, pero la gente de su tiempo no pudo reconocer la dimensión de su obra. A veces, cuando creemos ir hacia el futuro que nos espera con un nuevo porvenir, solo estamos rodeados de las hojas secas del pasado.
El gran Søren Kierkegaard está más presente que muchos que sólo viven de acuerdo a costumbres que nos llevan a la pobreza espiritual y a la destrucción. Si toda idea induce al acto me gustaría saber cuáles son las ideas de la gente moderna que las lleva a una vida tan superficial que es difícil saber qué es real dentro de este desfile de extrañas personalidades. Recordando a un héroe de verdad como Kierkegaard, los invito a reflexionar sobre el verdadero valor de tantas costumbres que aceptamos sin saber por qué, y lo duro que resultaría ser expulsado únicamente por no rendir homenaje a tradiciones que sin duda no nos representan a todos. Me pregunto si estamos listos para atrevernos a pensar de una forma diferente, y me doy cuenta que si la costumbre y la moda reinan, eso no es posible. Hasta la próxima.
Horacio Kiel
(Abril de 2019)