Resumen de una catástrofe
A la hora de acometer a las crónicas de una galaxia, la precisión para narrar o enumerar siquiera los hechos requiere por parte del audaz que lo intente más un punto de vista acerca de lo que significa un hecho. Los puntos de vista constituyen la historia, y por eso la palabra crónica se avenía mejor a una narración más estricta y científica que una mera historia ficticia.
Esta breve narración contiene todos los datos a mi entender necesarios para establecer una relación de sentido que explicará todas (o casi todas) las seudo historias que se han contado parcialmente en todas las dimensiones de la galaxia a que haré referencia.
En el año 1324 el reinado de Luis II se tambaleaba por discrepancias internas y presiones externas. En ese año se descubrió un planeta muy extraño, al que sus habitantes llamaban Tierra, lo cual me parece bastante estúpido por varias razones, pero eso no importa ahora. Resultó que en el planeta Tierra todos vivían en la estúpida y falsa creencia de ser la única forma de vida en el universo, y bajo la terrible premisa de poseer derechos de propiedad sobre las demás especies y aún sobre su “propio” planeta. Entonces, con la notica de este avistamiento de un planeta ya colonizado y con cierto nivel de infraestructura y tecnología útil, combinado con unos propietarios por completo inútiles, la ecuación y las consecuencias resultantes de esto hicieron que todos olvidaran como por arte de magia sus diferencias y problemas, y el reino Calixto, de la constelación Alpha78 ubicada entre las Pléyades y Orión, en la dimensión r 77, coordenadas 12 – 777 33° +42, celebró el auspicioso hallazgo.
El planeta Tierra se ubicaba en la misma galaxia, pero en una dimensión diferente; o sea: era un sub-mundo. Esto no significa que el mundo como tal tenga algo de malo, pero sus habitantes son víctimas de una extraña enfermedad mental que los vuelve incapaces para formar parte de la Confederación Galáctica y como consecuencia de dicha enfermedad son víctimas de las ilusiones que ellos mismos proyectan por medio de una aguda psicosis y un desbordante y enfermizo solipsismo con tendencias sádicas.
Finalmente, tomaron una decisión sobre este asunto, que creyeron la única posible. El planeta será colonizado y sus habitantes sometidos a la esclavitud por siempre, aludiendo a la cláusula que permite someter a alguien a algo a lo que él mismo se sometió por propia voluntad antes. Dichos colonos serían utilizados como mascotas, alimento, diversión, y controlados por frecuencias de onda para evitar riesgos. Todo esto estaba en norma, así que a ningún ciudadano de Calixto llamó la atención.
Avanzando en la historia, o al menos en la versión más aproximada de la misma según los informes de la constelación Omicron, en 1330 los problemas técnicos para la colonización del planeta Tierra ya se habían resuelto por medio de un portal interdimensional que diseñaron dos técnicos especializados de la NSF, sus nombres eran ARKADY71 y Aphelion. El único inconveniente, si puede decirse, era que el “trabajo” debía hacerse desde dentro, o sea, ARKADY71 y Aphelion debían ingresar en una sub dimensión, lo que equivaldría a meterse en una cloaca y dialogar con las ratas que las habitan, sólo que en el caso de seres humanos suele ser peor, pues tienen maldad, y porque son tremendamente estúpidos. Y dicha mezcla es fatal. Siempre.
Así se estuvieron entonces trabajando en esa maldita cloaca, dos expertos del más alto rango de la Confederación de los Mundos; y para cumplir con los protocolos debieron incluso nacer en el planeta Tierra y en la dimensión específica que se quería colonizar. Luego se inventarían historias acerca de los motivos altruistas y compasivos de la incursión, pero créanme, la compasión hacia los insectos es algo impracticable cuando tienen más de un metro de altura. Para el año 1331 ya todo estaba listo y sus colegas de la Hermandad Blanca se alistaron para aterrizar sobre sus nuevos y relucientes dominios, pues, en cuanto al paisaje y la fauna, salvo, claro, por el ser humano, era un mundo pacífico, hermoso y hasta maravilloso. Ágatha fue la primera en llegar, y al verla, Arkady (que es sólo su seudónimo pues su nombre es secreto) se conmovió bastante pues era el primer ser real que veía en el planeta Tierra desde el comienzo de su misión.
– A mí me chupa un huevo tu misión, L… -(lo llamaba por su nombre verdadero)- ¿Por qué aceptaste meterte en esto, tú, personalmente? -le escupió Ágatha en un momento. L… meditó un instante y dijo:
– Nadie puede evitar su destino. Cuando el rey me dijo que hiciera del planeta Tierra un sitio habitable, lo tomé como una nueva experiencia, puesto que siempre tengo delegados para todo, me iría bien hacerlo per-so-nal-men-te.
– Mmm… -Ágatha tenía otra vez la sensación de haber sido hipnotizada por los argumentos seudofilantrópicos de L…, y le arrojó una expresión de: “Como te parezca”.
En el 1333 en términos cósmicos, medido en términos de torsión gravitatoria 0 y válido para las dimensiones “r”, se traducía por el año 60.000 de la civilización terrestre, y el 2016 desde la última revolución religiosa. Era obvio que este planeta había sido utilizado como lugar de turismo, refugio o comercio por todo tipo de civilizaciones, y esto durante muchos miles de años. Y todo esto sólo significó una cosa: Guerras Internas. En efecto, Arcady71 se encargó de destruir todos los dominios preexistentes que ejercían su influjo sobre la sub-especie humana autóctona sin ningún tipo de autorización de la CG o la CDLM33. Fue relativamente fácil para él, pues estaba entrenado y equipado… y hasta condenado a cumplir por su DESTINO inefable en el cual creía día por medio.
Pero todo esto es basura, como diría L…, pues lo importante era cumplir “cabalmente” con la misión, ganar un nuevo estandartes, miles de permisos y accesos nuevos y nuevas experiencias… y sobre todas las cosas: libertad absoluta a perpetuidad. Sin embargo, esto no es toda la verdad, pues la ambición o codicia que fluyen subconscientemente en el primate no eran su verdadero móvil; su constitución los impulsaba a hacer lo correcto. Pero esto es, también, sustancialmente basura. Los hechos suelen hablar mejor que las interpretaciones. Y los hechos muestran que la estúpida misión se cumplió, y que las aptitudes de L… y Aphelion se probaron satisfactoriamente a pesar de algunas críticas a la Confederación de parte de ARKADY que dijo tener los huevos por el piso un par de veces, pero en fin, todo salió “bien” para los grandes y genéricos intereses del Universo del Creador. ¡Fantástico entonces!, podrá pensar usted ahora al leer el relato seudoinformativo hecho en una nave itinerante que funciona como rastreador de fugitivos del espacio y de la cual es nada menos que Ónix su comandante por decreto imperial… pero no fue tan así.
Es decir, sí, la misión se cumplió lo mejor que podía cumplirse y en un tiempo óptimo y mejor del esperado. Pero resulta que en el asunto de fusionar dos dimensiones diferentes para crear un puente o conducto de acceso de una a la otra, surgieron ciertos inconvenientes “técnicos” en cuanto al factor tiempo, pues cada vez que la misión era cumplida en la Tierra, el desfasaje temporal determinaba una torsión gravitatoria aumentada por el flujo psíquico adverso de la sub especie autóctona, y fue por este motivo que nos enviaron a conectar los mundos personalmente en una nave Omega 325 HRZ. Llegamos. L… estaba teniendo una especie de delirio sentimental-místico y Aphelion trataba de usar su cerebro humano para realizar una actividad intergaláctica: en otras palabras, habían enloquecido.
La única opción fue utilizar un rayo Alpha de luz electromagnética azul sobre sus mentes. Lo hicimos. ¿Y entonces? Nos enteramos por radio. El rey Luis II se había retirado para trabajar en un circo de Andrómeda, sus órdenes ya no tenían valor, y nuestro caso sería estudiado por la Confederación. Luego los humanos fueron eliminados, y yo me quedé con L… y Aphelion y con Ágatha en el nuevo planeta Verde (pues el antiguo nombre a todos nos deprimía bastante) jugando ajedrez y esperando visitantes. En fin, simple cuestión de jurisprudencia. Hasta la próxima.
Horacio Kiel
(Abril de 2016)