La rosa de cristal

La rosa de cristal

La rosa de cristal

Horacio KielEn un planeta azul la brisa verde proyectaba su tenue luz haciendo crecer infinidad de tréboles.  Debajo, tan sólo unas dos dimensiones abajo, el Comandante de la Luz no vislumbraba aún ni un destello de inspiración en su nueva obra. “¿Qué voy a escribir?” -se dijo. “¿Qué voy a escribir?” -insistió su anhelante inventiva retenida por quién sabe qué obstáculo.

Sonó un despertador. El de sus vecinos. No pudo oírlo pues estaba en la sala de estar y no en el dormitorio desde donde podía oírlo todo ya que la ventana no cerraba bien. “¿Quién soy? ¿Cuál es mi nombre? Y ¿por qué se supone que escriba esto? ¿A quién se lo estoy escribiendo?”. Así pensaba y pensaba el Comandante mientras su otra mente meditaba sobre la fusión definitiva entre las dos matrices dimensionales en conflicto, y sopesaba todas las posibles consecuencias para ambas “especies”. Sabía que un pulpo cuenta con ni más ni menos que nueve cerebros, pero su vida y responsabilidades son completamente diferentes. ¿Por qué no le encargaban su trabajo a algún grupo de pulpos altamente evolucionados y así su vida sería considerablemente más simple? No. Mejor no. Una vida simple acabaría con él en menos de un mes.

“¿Qué es real?! -se preguntó justo cuando tocaron el timbre de su puerta. -¡El fertilizante!” -pensó con excitación. En efecto. Al abrir la puerta su rostro se iluminó al ver al joven con la gorra distintiva de la compañía X. Estampó emocionado su firma y tomó el preciado fertilizante para su rosa de cristal, que había ganado poco tiempo atrás en un concurso interdimensional, “auspiciado” por la constelación Andrómeda, residencia de su familia estelar. Nadie le creería si lo contaba, y eso le daba la tranquilidad de saberse en la dirección correcta. El hecho de no haber sido absorbido por tradiciones y costumbres locales que estancan el proceso natural de evolución espiritual colectiva de un pueblo.

“Hermosa”, -susurró a su rosa, “ahora serás más brillante”. La famosa Rosa de Cristal era uno de los objetos más raros y codiciados del Universo, y para ganarla estuvo compitiendo en total unas dieciocho horas con una intensidad que hubiera bastado para aniquilar el cerebro de cualquier clase de humanoide en este plano existencial. El pensamiento de los nueve increíbles cerebros del pulpo siempre lo alentaba a seguir adelante. Cabe aclarar, lógicamente, que la codiciada rosa era un objeto con propiedades únicas. Mágica, podría decirse. Al  activarla, tenía la propiedad de transformar un plano de realidad y elevar la conciencia de millones de seres a una dimensión más alta, alterando lo que se conoce como función de onda, si el responsable de su cuidado lograba también sintonizar dicha frecuencia primero.

Al volver a su escritorio se sintió algo más inspirado, como si el buen humor le hubiese sintonizado con una increíble idea. “Escribiré un poema sobre la dimensión de la que provengo. Crearé un lenguaje que transporte al lector a las zonas más sublimes de su Ser. Eso activará la Rosa de Cristal y creará la función de onda adecuada.” Ahora sí se sentía realizado, como si hubiera culminado una enorme tarea y formado una esfera armoniosa y brillante. La veía brillar transmitiendo su amorosa luz y se puso a escribir. Solo un destello de su Rosa de Cristal haría su magia sin restricciones, como una real soberana del mundo. Todo era armonía. Todo se transformaría en una emanación directa del Amor Infinito, como es lo más natural cuando no hay molestas interferencias. Fue entonces que soltó su pluma de ganso. “No está mal para un principiante”, susurró, y finalmente pudo descansar, ya sin siquiera saber en dónde, ni hacia dónde, ni por qué. Pero sí sabía que lo había logrado, y eso era lo importante. Al menos para él así era. Y ahora que lo leo completo pienso que tal vez no esté del todo equivocado, ¿no lo cree? ¡Ah!, cierto, es que no le he mostrado lo que escribió, tal parece que pensé que lo leería directamente de mi mente, como un pulpo intergaláctico. Aquí está:

“Maravillosas formas concertadas en tal magnífico ser, se cristaliza tu luminoso sueño en colores que aún no puedes percibir con tus ojos. Bendice aire que te permite vivir este instante, y él te dará la luz que te haga crecer. Mira ese rayo verde de luz que viene a ayudarte.

Activa tu propia Rosa de Cristal y sanarás al mundo entero con tu compasión, mira ese camino de tréboles e imagina sus gloriosos colores.

La Felicidad absoluta envuelve todo mi ser. Nada está vacío, el Amor lo envuelve todo. ¡Cree!”

Sería tan fácil si hubiera un Tribunal de Ética Planetario como en su dimensión, pensaba siempre. Recordaba claramente las dos reglas básicas del tribunal: 1º Nadie puede tener más recursos de los que pueda gastar en su vida. 2º Todos los seres son responsables por las consecuencias de sus declaraciones públicas, y si estas van en contra de la evolución de la especia el castigo es el exilio.” ¡Simple! Tan simple como dos simples reglas que crearon civilizaciones de infinita armonía y riqueza sin igual. No dejó nunca de asombrar al Comandante cómo aquí propician su ruina con cientos de leyes inútiles en lugar de desarrollar conciencia colectiva para con menos reglas conseguir mucho más encumbrados logros. Maravilla de la estupidez y codicia humana es querer mejorar la creación de la luz que nada nos cobra por el aire que respiramos ansiosamente junto al eterno amor que se esparce en la etérea luz del divino y generoso Astro solar. Pero lamentablemente eso parece muy poco para los gobernantes de este mundo, que creen más en sus insignias que en la misma luz del Sagrado Amor Divino que le regala el oxígeno que ellos terminan cobrando a las personas que gobiernan. Recordó entonces cuando le mostraron un mapa digital de este planeta con las ilusorias divisiones que los terrícolas establecían entre países que inventaban como si se creyesen dueños del mundo tan solo por habitarlo. Le parecían idiotas jugando juegos ridículos para sentirse importantes solo por la sensación de poseer algo además del tesoro de la vida y la luz que recibieron gratuitamente. Mientras escribía esto, el Comandante pensó: “Si tan solo  les hiciera recordar que las palabras son extraordinariamente poderosas ya que son extensiones de su ser con las que tienen la magia de crear un mundo maravilloso, mi misión estaría totalmente cumplida en un solo día.” Las injustas leyes que permiten que diez personas se queden con todos los recursos de la tierra están escritas con palabras, palabras con las que nadie está de acuerdo. Y eso es insólito.

Horacio Kiel
Honorary Chess Ambassador
(2021-10-14)

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