Un Mundo Azul
Sentado junto al fuego miraba pasar las olas una tras otra. La playa se extiende frente a la estatua del Gran Sabio y los que por ella transitan son testigos de la inmensidad de la creación.
La realidad emerge como una flor frente a su mente en la noche, junto a la carpa que aguarda los sueños nocturnos.
Gran parte de la ciudad estaba siendo reconstruida y mejorada luego de la gran explosión solar que provocó la gran catástrofe mundial.
Sentado allí, sobre una lona azul, junto a su familia no veía que algo sustancial hubiera cambiado. Las olas seguían siendo perfectas como antes. Todo era más pacífico ahora que las aspiraciones se concretaban de la forma más sorprendente. Y todo por una palabra.
Miró las luces azules revoloteando en círculos. Sabía lo que eran, pero no lo recordaba. Esa extraña y al mismo tiempo reconfortante contradicción de la mente lo mantenía flotando en una semi irrealidad que plasmaba destellos de magia a cada instante.
Por primera vez desde lo ocurrido hacía tres días logró volver a sus recuerdos de lo más asombroso y colosal.
El cielo estaba rojo. Podían ver sus llamaradas de fuego violeta por todas partes. La calma absoluta llenaba su corazón palpitante. En su interior conoció lo que estaba viendo y sabía el porvenir. Entró de nuevo a su casa y espero que el evento acabara. Cuando finalmente salió a ver descubrió que la ciudad casi íntegramente había desaparecido aunque increíblemente su casa permanecía intacta. Muy pocas personas quedaban y todas estaban conmovidas por el suceso. El mundo tal como lo habían conocido ya no existía. El nuevo mundo estaba allí esperando a ser descubierto junto a sus nuevos gobernantes invisibles.
Fue entonces cuando unos seres rodeados por una luz incandescente se acercaron a él acompañados por tigres azules que también tenían esa intensa luminosidad. Le explicaron con un gesto casi imperceptible que algunas construcciones habían sido especialmente preservadas de la destrucción mediante escudos electromagnéticos porque serían útiles para el nuevo mundo, y que su casa, si bien fue conservada, sería reconstruida y remodelada y por tanto debería apartarse de ella por tres días. Uno de los tres seres luminosos le extendió una lona azul con un extraño símbolo en el centro. Los seres se marcharon y el tigre más azul se quedó con él y lo seguía a todas partes.
– Magnífico, pensó, voy a comprar una carpa y acamparé en la arena por tres días. Vamos, amigo, dijo a su tigre azul y este lo siguió tranquilamente.
Mientras caminaba sentía a los seres presentes dentro de su corazón, tal y como si siempre hubieran estado, acompañando su camino en la Tierra.
Se sentía muy cómodo con la dramática situación, pues si nada podía ser peor ya, esto significaba que seguramente cosas maravillosas estaban sucediendo ahora mismo. Y así era.
“Si todos los problemas humanos, pensaba, se dan por y para los seres humanos, ahora que de alguna forma somos colonizados por seres no humanos, nuestros antiguos problemas deberían haber desaparecido junto con muchos de nosotros. Ahora tal vez 2000 millones de humanoides que poblamos el mundo viviremos sin repetir el pasado nefasto”. A todo esto, llegó nuevamente a su casa y partió rápidamente junto a su familia para armar la carpa. En el camino un cerdito se cruzó junto a ellos, el cual llevaba un collar con la letra K colgando muy brillante al sol ☀️ del pleno verano.
– ¡Hola!, dijo el simpático cerdito.
– ¿Cuál es tu nombre?
– Kiw, respondió el cerdito.
– Qué nombre tan original. Ven con nosotros a acampar por tres días.
– ¡Ok!, se limitó a decir Kiw y se unió al grupo.
El cerdito caminaba dando unos saltitos muy graciosos que contrastaban notoriamente con la forma sigilosa del tigre azul.
Definitivamente le gustaba este nuevo mundo, pues no era solo distinto, era mejor y mucho mejor que nada que hubiese imaginado jamás.
Durante el camino pensaba en el origen del extraño nombre de ese cerdito, y que seguro el tono tan agudo que usara para decirlo era inseparable del significado del mismo. No sabía cómo podía saber todo eso, pero el hecho es que lo sabía. Tal parece que todo era así a partir del gran cambio de matriz o como sea que le hayan llamado estos seres. Todo estaba en todo, todo el tiempo. Las personas no tenían propiamente conciencia sino que ellas mismas eran la conciencia. La unidad y la perfección eran tan naturales como el aire que uno respira cada día. La justicia y la fuerza, la perfecta corrección y el equilibrio absoluto era todo lo que uno podía encontrar ahora.
La armonía de todo un universo se resumía en el mesurado andar de tigre luminiscente. Todo era perfecto y majestuoso.
Así pasaron los tres días llenos de increíbles maravillas. Los recursos de la nueva civilización eran inagotables pero aun así construir una superestructura habitable inteligente a prueba de radiación nuclear podría llevar algunas horas.
En fin, esa era la noche del tercer día, las olas hablaban y cantaban sus eternas canciones azules. Y todo había sido muy fácil, en un mundo luminoso, en un mundo sereno. En un mundo azul.
FIN
Horacio Kiel
Honorary Chess Ambassador
(2023-01-14)