Las misivas del Sr. K.
Una gota sube lentamente, tic tac, dentro de la narración, dentro del libro, dentro del lector. Por fin, la vemos materializarse y explotar alrededor de una maraña de intelectuaciones y críticas porque una gota se ha presentado súbitamente y nadie la esperaba. Tic tac, tic tac, luego de las críticas que se desatan producto del cuento que funciona como trampa para tontos donde los más inteligentes siempre son los primeros en caer, sigue subiendo y avanzando, tic tac.*
(* Alusión al relato de DinoBuzati, “Una gota”)
Compartiré con el lector una carta que recibí de un estimado colega, el sr. K…, la cual, no obstante para muchos lectores pueda resultar un poco estrafalaria o asombrosa, para mí, que lo conozco profundamente, fue un hecho de lo más común. La carta, sin embargo, es de extrema importancia para entender lo extraordinario del texto que recibí más tarde del mismo autor.
Estimado Editor:
Comenzaré por decirle que jamás ha habido un hecho cotidiano ya que tampoco ha existido jamás un solo acontecimiento inesperado. Es que lo cotidiano para un cocodrilo puede resultar asombroso a una mariposa, y es por esto que al proponerme escribir algo sobre un suceso extraordinario que irrumpiera súbitamente en lo cotidiano, he descubierto, justamente allí, en una tesis en apariencia muy inocente, una relación que demostrará la absoluta imposibilidad de realizar tal escrito por parte de -como diría Kant- cualesquiera ente racional posible en una galaxia con las características de la nuestra. Yo, por ejemplo, suelo ser un evento inesperado para casi todo el mundo, y en un mundo en donde la gente preferiría morir calcinada antes que contentarse con la realidad tal como se nos presenta, parece que no podrían concebir la vida sin algo que irrumpiera súbitamente para despertarlos, cuando en general sucede que todo está tratando de comunicarse con nosotros excepto las personas que nos hablan solo porque no tiene nada mejor que hacer o el sms de alguien que pretende cambiar nuestra agenda solo por entretenerse con algo. Para explicarme mejor en este punto, considere que para el cielo no es un asunto cotidiano el verse vestido espléndidamente, ya sea desnudo en la plenitud de su azul eterno, ya sea vestido con sublimes nubes que realizan glamurosos y artísticos dibujos que nadie considera una exhibición de arte pues no fue organizado por una institución estructurada y rancia. ¿Cuál será, me pregunto, el concepto que tiene el cielo de nuestro arte cuando rara vez se nos ocurre mirarlo en su esplendor? Así que, dado que nada es inesperado, y en mi maravillosa aptitud para aburrir a un lector desprevenido, lamento no poder escribir un cuento para fastidiarlo, pues al parecer la tesis que me propone en esta ocasión es inverosímil de un punto de vista de la lógica macrocósmica, y es por esta razón que en esta ocasión no tendrá el público el fastidio de disfrutar mi relato.
Atentamente, YO
P.D.: No se ofenda si le digo, que no obstante mi imposibilidad de escribir el cuento que me propone, se me ocurrió una tesis genial acerca de un editor con problemas de erección que se complace en torturar a un escritor con ideas inverosímiles tratando de compensar así su disfunción eréctil.
Montevideo 7 de marzo de 2015
Seguro pensará el lector que esta estrafalaria misiva podría haberme inducido a creer que mi amigo el sr. K., estuviera padeciendo de algún trastorno psíquico agudo, o, en su defecto, que se ha convertido en un verdadero imbécil. Sin embargo, al unir esos dos extremos resultó una combinación irresistible, sobre todo para un hombre que disfruta de una ingeniosidad más que de una orgía frenética en medio oriente.
Pero bien, ahora, y para ahorrarle tiempo a un lector ocupado de este siglo, diré que luego de algún tiempo el señor K… me envió una poesía, siguiendo sus textuales palabras, para que me la meta en el orto, siguiendo esta vez sí la consigna que le había propuesto y que se había negado a realizar por una reticencia esquizoneurofilantrópica o algo así. Creí luego que ambos textos, o sea, la carta y el pequeño poema, coengranaban* de forma tal que sentí como si un hijo hubiera nacido en mi espíritu o en mi mente.
(* Palabra creada por Theodore Hamilton Sturgeon en la novela Más que humano, resultado de la unión de las palabras “unir” y “engranaje”, o sea, “bleshed” en inglés)
¡Qué maravilloso es el arte!, pensé entonces, y qué lamentable que el Sr. K. no crea en esta clase de acontecimientos, aunque creo en realidad que sus resquicios filosóficos refieren únicamente a una atención particular sobre la lógica y lo formal de los conceptos, mas no a una falta de sensibilidad de su parte. Y es, en suma, por todo esto que me estoy dirigiendo al lector, que con su paciencia ha consumado el movimiento amoroso de los espíritus más sensibles… y a veces también más locos. Le aclaro antes que no procedí de acuerdo a los deseos fetichistas de mi amigo, y este es en fin el hermoso poema que me envió hace dos semanas:
Poesía para una flor en llamas
La mariposa voló junto a mí
Pasó junto a mí
Junto a mí
Justo ahí, volando
En ese instante supe volar
Si ella vuela por mí
Ganó mi corazón
Justo en ese lugar
Si ves a la mariposa
Me ves a mí
Viste a una paloma volar
y no me viste
Fuiste a donde fuiste
Y no me viste jamás volando
Porque para ti el aire está vacío
Y para mí es una
Flor en llamas
Ahí está tu incidente extraordinario
Pero tu ojo no lo puede ver
Ahora muéstrame lo cotidiano de tu vida
Y podremos hacerlo arder
En las llamas de una flor de loto
Ahí se fue la mariposa,
parece estar muy ocupada para escucharme
Finalmente volví a escribirle luego de algún tiempo agradeciéndole por el poema y pidiéndole asimismo que me escribiera un pequeño y sobrio discurso para inaugurar un taller literario; y sabiendo de su inapelable objetividad y lucidez para los asuntos más prácticos de la vida, di por sentado que me concedería este insignificante favor sin problema. Como dije, mi confianza en el criterio del sr. K. estaba bien fundada y por esta razón no leí el discurso hasta el momento preciso de decirlo en Australia, frente a una tribu de bosquimanos que McDonald’s pretende civilizar antes de convertirlos en hamburguesas. Estimado lector, he aquí el discurso que puso fin a mi existencia en la tierra, y sin pretender condenar al sr. K…., en estos tristes y angustiantes momentos finales antes de mi ejecución, no puedo evitar pensar: ¿Qué fue exactamente lo que me llevó a confiar ciegamente en un hombre como él?
Espero que esta reflexión le dé sentido a mi triste final, he aquí les presento el “sobrio” discurso de mi amigo, el sr. K.:
“Sean bienvenidos al taller donde todos tus sueños se hacen realidad. Un pasaje directo al infierno para alcanzar un paraíso orgiástico por medio de un vagón de muerte. Lúcidos y conscientes veremos manifestarse ante nuestros propios ojos, las escenas escalofriantes y festivas de nuestra mente. Y un laúd colgado en la pared resonará en el interior de tu alma, conmovida por la risa etérea de los niños que flotan en el aire límpido del salón mágico de las sillas rojas. El vuelo de un pájaro que no se proponía crear belleza, y una maraña de gente que nunca se propuso enredarse en sus ilusiones, todo aparece y desaparece tan bruscamente que solo puede reaparecer transformado en una maraña de tiempo. El cúmulo de existencias que han enredado al enredo se difuminan en este extraño y conmovido verso, en un simple adiós.”
FIN
Homenaje al recientemente fallecido editor Charles Mandrágora en una región salvaje de Australia. La policía investiga el discurso del sr. K…, pues creen que podría haber existido cierta premeditación en el hecho, ya que el sr. K… ha quedado ahora a cargo de la conocida editorial Peste Negra, ex propiedad del sr. Mandrágora. La última frase “en un simple adiós” suena como un mensaje final que hace sospechar que el autor, o sea, el sr. K, vaticinó el resultado que provocaría un discurso como éste en la tribu con mayor tasa de asesinatos en el mundo. No obstante, si el deseo de deshacerse de su colega hubiera sido inconsciente, aun así se estima que el hecho podría considerarse asesinato involuntario; ahora, ¿usted se atrevería a oír la presentación de la defensa del reputado sr. K…, la cual probablemente duraría varios años para concluir tal vez en un juicio contra la Real Academia Española o las Naciones Unidas?… pues yo no, así que, sr. Mandrágora, descanse en paz, al menos usted ya no tiene que soportarlo.
Nota del Autor: Hemos visto aquí tres estados del ser coengranados por un cuarto llamado editor. He aquí yo vengo a ser el quinto elemento o el crítico que puede subsumir los cuatro estados en una visión general. Luego, para terminar, tendríamos a otro que se queda en silencio representando el sexto nivel de consciencia.
Aquí, en el hospital mental de máxima seguridad donde me encuentro alojado me han recomendado que deje de escribir porque dicen que hacerlo agrava mi estado neurótico, así que no puedo firmar este escrito que le envío a través de esta paloma mensajera, pero, no obstante, entre usted y yo, no me diga que no nos conocemos.
ENTRE EL AMOR Y EL DESAMOR
– ¿Y bien? ¿Cómo piensa declararse, señor Nadnimieski? Se lo acusa de tergiversar la realidad por fines egoístas de índole romántico e infrarracional alterando así su conciencia y perjudicando el flujo energético universal. Es un crimen grave en esta galaxia. ¿Piensa alegar algo en su defensa?
– ¿Cuál será mi condena? -dijo Iluso Nadnimieski ignorando la pregunta.
El jurado lo miró entonces con cierta indignación con matices de burla.
– Si se declara culpable se lo condenará a encarnarse en todas aquellas mujeres que ha idealizado a lo largo de su vida, para así poder verse a sí mismo en su ridículo intento de agradarles.
– Creo que hasta podría ser divertido dado que no tengo otra opción.
– ¿Realmente lo cree? ¿Sabe cuántas vidas deberá sufrir para cumplir la condena que usted mismo ha generado?
– Lo acepto -concluyó Nadnimieski-, soy culpable. Si deben girar esa maldita rueda háganlo; de cualquier forma, es inevitable.
Se estiró hacia atrás en su asiento con cierta arrogancia luego de decir estas últimas frases, como un soldado que tiene al menos la certeza de haber cumplido su misión para con su patria, aun habiendo descuidado la que tenía para con él mismo.
El Consejo Mixto de las Galaxias Extremo Orientales no se hubiese reunido, cabe la aclaración, por el juicio de un simple soldado, pues en este caso, el acusado era nada más ni nada menos que el mismísimo Señor del Cosmos. Una leyenda viviente del espacio, un luchador de causas perdidas que había llegado a los más altos cargos del Consejo Galáctico, pero su afán de aventuras siempre le había traído problemas. Resultó que luego de haber cumplido con éxito su última misión regresó con severos traumas asociado a ideas irracionales basadas en enfermedades como la emoción y la pasión, que lo llevaba a tener alucinaciones casi todo el tiempo. Finalmente se curó parcialmente de su padecimiento, luego de encargar a un grupo de científicos que diseñaran un par de ojos a prueba de ilusiones, cuyo diseño habría propuesto un individuo, cuyo apellido creo que era Introini, aunque parece más bien un anagrama que un nombre debo decir, en un ensayo en el planeta Tierra. No obstante, las leyes infringidas hasta entonces debían ser sancionadas de alguna forma, y por eso estaba siendo juzgado.
– Bien, señor Nadnimieski, veo que se siente irritado, y hasta tal vez un poco resentido, y cree ser una especie de víctima. No obstante, le aclaro que nadie aquí quiere hacerle daño. Considere ahora la posibilidad de una absolución, si tan solo lograra explicarnos con claridad una ecuación que le propondremos y en la cual se han basado en gran parte sus desaciertos en su última estaría en el planeta Tierra. ¿Podría explicarnos con claridad qué hay entre el amor y el desamor? Lo sé, lo sé -dijo el presidente del Consejo al notar la confusión en el rostro de su antiguo colega-, no suena como algo con lo que esté muy familiarizado, pero si consigue establecer una relación suficiente y válida en cualquier dimensión y cualquier nivel de conciencia, es libre de ir a donde le plazca.
En la sala reinó el silencio. Todos sabían cómo funcionaba mejor la mente de Inn (así le llamaban en su mundo), en el vacío más absoluto. El control casi total que poseía sobre su cerebro y su mente lo dotaba de un poder difícil de imaginar o calcular. Él era lo que era, pero podía entrar en cualquier campo conceptual de forma instantánea ante el menor indicio de su existencia, como ser la simple mención de una palabra. Pero el amor excedía a veces el campo de lo meramente racional, o, como a él le gustaba decir, de lo simbólico matemático. Aún así se consideraba un romántico, pero si una mujer atentaba contra la lógica estricta, la olvidaba en el acto, y para siempre. Una simple emoción manifestada estúpidamente por la chica de sus sueños la convertía a sus ojos en un simple renacuajo, y en uno no muy atractivo. Así que dejó que sus catorce billones de conexiones intrasinápticas interactuaran con su mente sutil y con su glándula pineal, sobrecargando el córtex cerebral de la única forma posible: dejándolo trabajar solo, sin presiones, sin apuros. El mundo se sorprendería si pudiera ver cómo todos los problemas que ha inventado se difuminan en el aire desapareciendo por completo si toda la gente parara un minuto de hacer todo lo que cree que debe hacer para mantener su posición social y los intereses de su biología más básica. Entonces, mientras esto sucedía dentro del organismo de Iluso Nadnimieski, su ser íntimo se dedicaba en absoluta calma y libertad a deslizarse por el entorno del planetoide utilizado para el juicio, que se llamaba Urbano, y disfrutaba la ironía del color de las sillas, que era rojo apasionado, en medio de un juicio sobre sus pasiones. La escena no podía ser más divertida de hecho. De cualquier forma, sabía que resolvería la ecuación y se iría libre, nada podría ser tan serio para alguien como él, excepto la seriedad misma, y la seriedad que implica cualquier manifestación por el mero hecho de manifestarse.
Pasaron aún otros veinte minutos hasta que se decidió a hablar. En honor a su rango, el jurado hubiera debido esperar hasta tres días inclusive, sin moverse del lugar.
– Bien -comenzó diciendo Inn-. A donde sea que me dirija habrá amor. Y a donde sea que llegue encontraré el desamor, o consecuencia de vivir en un campo conceptual cualquiera sea éste. Cuando cesa la intención no hay campos semánticos emotivos o conceptuales adulterados por el mundo de lo manifestado, y entonces todo es amor en un sentido real y absoluto, y no como término o concepto adulterado por el pensamiento. En ese caso, entre el amor y el desamor se halla siempre una intención, un pensamiento, una emoción, o un lo que fuere que se halle dentro de lo finito y transitorio. En definitiva, entre el amor y el desamor siempre hay intención de algo o la intención misma en busca de un objeto, y tal vez inclusive una personalidad; una mancha en el infinito o en lo eterno arrastrada por un sinfín de cosas de toda índole, una cosa cualquiera que podamos nombrar y por tanto adulterar y deshacer una vez comprendida. Entre el amor y el desamor pasa la vida del hombre pasional que se cree despierto y a un nivel macrocósmico se lo vería como una hoja en el viento. Ese hombre se pasa soñando sus sueños y los alimenta con el veneno dulce de la emoción, disfrazada de sentimiento, y hasta a veces, inclusive de espiritualidad. En definitiva, si alguien lograra salir del “entre”, entraría en lo inconmensurable de la eternidad, lugar donde la palabra “entre” no tiene sentido. Entre el amor y el desamor está el pensamiento que trata de entender algo que al ser entendido desaparece, pues el pensamiento necesita un marco temporal y por tanto impone la necesidad de un principio y un fin, y al plantearle exigencias a la realidad se engaña, valiéndose de toda su inteligencia, y nos hace desembarcar en el desamor.
Al acabar este discurso, el jurado, las sillas rojas, y hasta el planeta, habían desaparecido.
Sintió entonces como si una puerta se cerrara, pero el ser que la cerraba se hallaba dentro de él mismo, en su cabeza, y al parecer se había trasladado de una habitación a otra, dejando las emociones y pensamientos en la habitación anterior. Así realizó el camino inverso y volvió del desamor al amor. Fue tan solo un click lo que se oyó, pero un click muy particular, pues se hallaba éste fuera de toda noción de tiempo que uno pudiera pensar o registrar en su propia conciencia. Luego, cualquier pensamiento activaría un botón imperceptible que lo haría entrar en distintas habitaciones llenas de juicios y problemas, llenas de desamor. Pero ahora podía elegir, siempre que tuviera el valor o la sensatez de renuncia al drama inventado por los pensamientos con la finalidad de aprender. Así que, si ya aprendió, cállese, y si ya se calló, siga callado.
Nota del Autor: La alusión al apellido Introini como anagrama se refiere a las palabras “Intro” e “in”, que en inglés significan “introducción” y “entrar” respectivamente. Y dado que el nombre del cuento comienza con la palabra “entre” y los ojos que propone ese sujeto sirven para entrar en la realidad venciendo la ilusión, puede parecer un recurso intencional del autor para reafirmar su tesis; no obstante, no ha sido así, puesto que el ensayo sí existe, y también el señor Introini, del cual no daré más datos que éste, pues no pretendo hacerle publicidad a alguien que probablemente escriba cosas de mayor calidad que yo.
Y esa fue la versión de Nadnimieski, o Inn, como ustedes deseen llamarle, de todo lo ocurrido en su mente durante un microsegundo de tiempo. Y digo que fue su versión porque luego de pasar por ese juicio se encontró nuevamente en una sala con sillas rojas, solamente que esta vez estaba en el planeta Tierra, y las personas que allí se encontraban eran humanos. Y me refiero a seres humanos identificados con su personalidad, y no a seres del nivel transpersonal de conciencia. En otras palabras, se hallaba en un lugar de su mente en el cual la lógica no servía absolutamente para nada. Era un campo infraracional de fuerza sostenido por costumbres y tradiciones, mas nunca por principios universales y valores del nivel transpersonal o conciencia colectiva. Imaginen a Inn, descendiendo en un instante de un espacio conceptual sutil en donde un ser cualquiera sea este sería ejecutado en el acto si se permitiera cometer un sofisma lógico cual fuera un argumentum ad hominem, o sea, un argumento contra una persona mas no contra o acerca de los dichos de la misma, y encontrarse ahora en un campo de fuerza en donde cualquiera que pretendiera actuar y desenvolverse según principios universales sería excomulgado y condenado sin más juicio que el de las cambiantes tradiciones y costumbres del lugar. Su única alternativa para sobrevivir allí era recordar la última frase de su propio aleccionante informe: “Y si ya se calló, siga callado”. Esto parecía bastante simple. Tanto en realidad que no sería un problema ni aún para un organismo unicelular. Tan sólo existía una posibilidad de fallar en algo tan simple, y ésta consistía en olvidar por un instante la clase de mundo o campo de fuerza en el que se encontraba y las reglas que lo regían. Ustedes no entendería probablemente cómo podría Nadnimieski olvidar esto, pero si lo piensan con mayor detenimiento, podrían entender cómo una bola de fuego pueda no considerar muy seriamente el daño que una mosca que revolotea a su alrededor puede hacerle, pero entonces, justo en ese momento olvidaría también el daño que ella puede ocasionarle a la mosca. Es algo tan sutil que por un instante podría volverse invisible, y allí, justo en ese instante, notaríamos el origen de cualquier ilusión.
Si nos remontáramos hacia atrás en el tiempo miles de millones de años hasta el momento de la gran explosión que dio origen al universo que habitamos, y nos ubicamos dentro del cúmulo de energía comprimida en un punto en el vacío, veríamos al Ser original olvidarse por un instante de quién es y de dónde exactamente se encuentra, y explotar en millones de direcciones hacia fuera de sí mismo, llenando el vacío con los pedazos de su cuerpo infinito, para luego hacer el camino inverso recorriendo miles de millones de años hasta sí mismo, recolectando en el camino los miles de sueños que tuvo durante… bueno, digamos que fueron muchos sueños.
Una estrella o vorágine de energía infinita no puede distorsionar el espacio-tiempo generando un gran drama existencial cada vez que olvida, así que un ser que fuese como un abismo incandescente o un vórtice inespacial pero con problemas para recordar no puede andar suelto por la galaxia y suele ser confinado a una especie de hospital psiquiátrico, donde él es el único paciente, y el resto de los seres que ve son solo manifestaciones de su psiquis profunda que le dicen de diferentes maneras: olvida. Antes de entrar en su universo-celda le fueron dadas a Inn dos únicas advertencias para cumplir con su rehabilitación. La primera, no intervenir directamente con las manifestaciones, dado que ellas no son conscientes de lo que son y una intervención provocaría un desajuste en todo el sistema de entrenamiento diseñado especialmente para él. La segunda, nunca, y por ningún motivo, revele que usted es el paciente, pues si lo hace las manifestaciones de su propio subconsciente lo atacarán, pues la emergencia de usted como lo que usted es implica para ellas la muerte, pues solo vivirán en tanto cumplan su papel como programa de rehabilitación, y dejan de existir cuando son descubiertas.
Había otro pequeño defecto en Inn que lo hacía susceptible a fallar en ambos puntos. Por un lado, sentía una predilección inconsciente hacia el caos, pues no olvidemos que él fue el Caos primigenio. Y por otro, y conectado con lo anterior, amaba romper las reglas, pues al ser hijo de lo que los humanos suelen llamar dios, nunca había tenido límites que no fuesen límites universales, los cuales, además, no existen más que desde un punto de vista abstracto.
Bien, ahora, con esta puesta en escena usted no ve supongo un final muy alentador, puesto que como dicen, un gran ser padece también de grandes vicios. No voy a contarle entonces lo de las sillas derretidas por el fuego, o sobre los severos traumas en la psiquis profunda de algunos sistemas producto de la distorsión concepto-temporal en la atmósfera, ni tampoco de las entrañas palpitantes esparcidas por el pulcro suelo de madera -aquí no puedo evitar imaginar cómo Balzac hubiese dedicado un mínimo de tres páginas, no solo a la descripción del piso, sino de la historia de los árboles utilizados para su construcción, tal vez incluso pasando por las relaciones amorosas que uno podría visualizar al contemplar el contraste entre el brillo de la madera y la proxémica agradable del precinto blanquecino- puesto que mi nombre no es Clive Barker, pero diría que lo que sucedió fue algo así como un último Bum, antes de regresar al mundo del sueño junto con los ángeles, las odaliscas, el opio, el ron, los músicos y las piscinas encantadas del Palacio de los Placeres Eternos.
Y por último, señor lector, o dama lectora, niños curiosos o tal vez tú, perro, que te estás comiendo esta hoja por sus propiedades digestivas, si acaso te preguntaras por qué no he acabado de contar la historia como lo hago habitualmente, considera que luego de escribir la palabra bum pude haberme desmaterializado y así te has convertido ahora en el escritor o creador, y yo soy solamente el idiota que escribe esto.
Y mientras esto sucedía en la tercera dimensión, en Omicron se oía un canturrear de seres alados que susurraban:
– ¿Has visto a Inn?
– No. Por lo que sé se encuentra adiestrando esclavos para los palacios del Sultán, pero ya está terminando.
– Cuando regrese deberá cumplir su promesa.
– Y si no, lo haremos cumplir.
Sentí una risa imperceptible para el oído que tocó mi alma, y entonces desaparecieron.
FIN
Informe hallado en el escritorio de Nadnimieski 8000 años después del incidente, dirigido a las autoridades del planeta Omicron:
El desamor por tanto, proviene del desencanto de no estar unidos, producto de la invención constante de versiones de las mismas cosas que deberíamos compartir y sentir colectivamente, de forma que las ideas que son positivas para la sociedad se refuercen hasta convertirse en la realidad que todos desean. La gente crea el desamor pero lo vive como algo establecido de forma tácita. Al separar, hay desamor, al unir emerge el Ser Eterno, latente en cada uno pero bloqueado por falsas ideas. Cada ser humano cree ver las cosas a su manera y no entiende que ven colectivamente, y a lo que llaman su manera de ver refiere en realidad a sus limitaciones. Cada ser podría y debería utilizar y disfrutar las virtudes y talentos de todos los demás, pero optan por mantener sus opiniones, pues de lo contrario tienen la sensación de que perderían su identidad, cuando de hecho aún no han nacido siquiera.
Lo que ellos llaman la opinión de cada uno equivaldría a que cada una de las células de sus cuerpos se pusiera a debatir con las demás y ya no cumplieran su cometido para con el organismo. Es por eso que padecen de una enfermedad llamada cáncer, en la cual el organismo va contra sí mismo, aunque ellos ni siquiera han notado el origen de esto.
En tanto conciban al otro como otro ser separado tendrán sufrimiento, pues si el otro es algo diferente y separado de mí mismo, todos seremos extraños para siempre, aun existiendo lazos familiares o de cualquier índole que no llegue a ser la unidad del pensamiento y el sentir comunes en lo que refiere a principios universales que permitan a la vida desarrollarse en plenitud y libertad. Luego de desarrollar esta patología, esta especie se ha transformado en una enfermedad, se ha convertido ella misma en el desamor. Se la pasan buscando dentro de ellos, en el YO, las respuestas que se hallan en el NOSOTROS, y luego buscan fuera de ellos justamente las respuestas que sí se hallan dentro del YO. Es una extraña patología cuyos daños al parecer son irreversibles. No logran entender que los problemas que se hallan en el mí, tienen su solución en el nosotros, y al ser esto tan simple se les pasa por alto y siguen en la búsqueda de lo que ya poseen.
El nivel transpersonal de conciencia permite a los seres humanos tener experiencias como humanidad, eliminando así el sufrimiento que surge cada vez que un homínido cree que sus asuntos son solo suyos y no de toda la humanidad. Es por esto que la única ayuda que una persona puede aportar para con su especie es en el sentido de regenerar ese estado o nivel en el cual ya nadie sufriría sus propios problemas porque no existiría nada que le sea absolutamente propio excepto la humanidad completa, y en donde el amor de la humanidad por la humanidad sanaría todos los conflictos existenciales, volviéndole a dar un verdadero sentido a la vida en la más absoluta libertad tan solo imaginable para una estrella en el espacio sideral de la galaxia Crion, donde se mueven con forma de hadas de color verdoso y esparcen felicidad y amor por todas partes. Increíblemente, producto de una brutal ignorancia, algunos humanos que buscan -o creen que buscan- el bien de la humanidad, incentivan a los humanos a dividirse en distintos puntos de vista, eliminando así toda posible felicidad o salvación. Ellos alegan que pretenden así enriquecer a la vida. ¿Pueden creerlo? ¿Se ha visto arrogancia igual en alguna dimensión o galaxia de algún universo que lleve a un imbécil a creerse capaz de enriquecer a la misma vida? Pues así son aquí. Es que una vez que sostengo una opinión por fuera del bien de la humanidad, me separo, y por tanto sufro y genero sufrimiento.
No es de extrañar, por último, que en un mundo así de enfermo, a un ser completamente sano se lo mire como a un monstruo, pues en él está el único germen de la verdadera humanidad.
Parecía tan obvio que un ser humano tenía la libertad de hacer y decir cualquier cosa, solo que dentro de los límites normales de la naturaleza y el bien a la humanidad, que nunca creí que pudieran adquirir a lo largo de su historia una patología tal que les hiciera ver esto como una enfermedad o molestia. Ahora podrán decir que soy una enfermedad, pero no que estoy enfermo.
De alguna manera estos seres han desarrollado cierta adicción al sufrimiento que padecen por sostener personalidades separadas y opiniones que creen únicas, y no pueden verlo como la creación colectiva entre conciencias interconectadas.
¿Pueden imaginar un mundo en donde una falta a la ética pasa desapercibida, pero una falta a la tradición se paga con la muerte? Si la tradición suple a la ética ya no hay noción del bien ni de lo bueno. “Para un caníbal es inmoral no comer carne”, dijo un escritor de aquí a quien los amigos solían llamar TED. Pienso que Ted es un nombre muy simple para designar a un hombre que escribió 221 relatos y 41 novelas, pero así es como funciona todo en el universo, lo más importante se nos olvida o pasa por alto por ser demasiado obvio o simple.
Finalmente, luego de mi estadía aquí, sostengo que la única opción es el exterminio de todos los homínidos. No obstante, dejo a consideración del Consejo Galáctico la preservación de un centenar de infantes.
Nota al lector: ¿Ha probado a decirle a alguien alguna vez una de sus ideas más profundas? Y, ¿no se ha sentido como un imbécil luego de hacerlo? Bueno, si no fue así, le aseguro que varias personas deben de haberlo visto así y no se lo han dicho, por razones que usted mismo puede entender con un mínimo de reflexión. Es que en el mundo de lo manifestado no esperará que alguien crea en lo primero que le diga un desconocido. No obstante, si dicha idea se manifestara de alguna forma -como en un cuento, por ejemplo- le aseguro que miles de personas inventarán alguna forma de darle un marco de credibilidad a dicha manifestación palpable de una realidad intangible. Usted se convierte entonces en co-creador de la historia y no siente entonces que un ser extraño lo esté invadiendo con su ideología sin que nadie se lo haya pedido primero. Digamos que este cuento hubiera sido diseñado como una especie de software especialmente creado para cargarse en cerebros humanos para permitirle realizar operaciones, tal como una cirugía cerebral… ¡ejem!, perdón, disculpe, en que estaba… Ah, sí, claro, como venía diciéndole, y para hablar más claro, ya puede irse de alta cuando le parezca, pues la verdad es que nunca he estado aquí realmente, y esto que ha percibido es solo un holograma o manifestación secundaria o clon que utilizo en general para esta clase de opera…, digo, de hechos artísticos en especial en el área de las letras y la neurología.
Horacio Kiel
(Marzo de 2015)